Cuando tratamos de ayudar a una persona a
superar su homosexualidad, encontramos que muchas de ellas están
confundidas sobre lo que verdaderamente es la homosexualidad. Muchas
veces la persona se identifica erróneamente como "homosexual" creando
así un obstáculo más en su esfuerzo de aceptar su nueva identidad en
Cristo. Hay otros que no desean aceptar su problema homosexual y rehuyen
confrontar la realidad. Esto sucede a menudo con los padres de familia o
parientes que no desean aceptar la homosexualidad de un ser amado. Para
mayor comprensión de este problema, hemos preparado esta reseña,
explicando nuestra opinión sobre qué es la homosexualidad
verdaderamente.
Hasta ahora, ni la comunidad científica
ni los grupos religiosos, ni los homosexuales han llegado a un acuerdo
sobre la definición de homosexualidad. Sin embargo, Lauwrence J.
Hatterer, autor de "Cambiando la Homosexualidad Masculina" dio
esta definición: "Aquel que en su vida adulta está motivado por una
atracción definida, preferencial, erótica hacia miembros de su mismo
sexo, y quien, usualmente pero no necesariamente, tiene relaciones con
éste". Esta es una definición adecuada para trabajar con ella, pero una
explicación completa de la condición de la homosexualidad es más
profunda.
¿Nacer Homosexual?
La mayoría de las personas homosexuales
creen que ellas "nacieron" homosexuales. A menudo esta creencia brinda
alivio y retira la responsabilidad para el cambio. Sin embargo, no
existe sólida evidencia científica que una persona nace homosexual. La
gran mayoría de las personas homosexuales son completamente normales
genéticamente: son hombres y mujeres completos en este sentido.
Conducta Aprendida
Nosotros creemos que la homosexualidad es
una conducta aprendida que fue influenciada por una serie de hechos:
una ruptura en la vida familiar en la niñez, una falta de amor
incondicional de parte de alguno de los progenitores, falta de
identificación con el progenitor del mismo sexo. Más tarde estos
problemas pueden resultar en una búsqueda de amor y aceptación, envidia
del mismo sexo o del sexo opuesto, una vida controlada por diferentes
temores y sentimientos de aislamiento. Parece que una cosa está clara:
la homosexualidad es causada por una multitud de raíces. Sería simplista
pensar en una sóla causa: temor al sexo opuesto, incesto o abuso
sexual, madres dominantes y padres débiles y opresión demoníaca. Todo
esto puede jugar parte en la causa de la homosexualidad, pero sólo uno
de estos factores externos en la vida de una persona, sus propias
decisiones juegan un papel importante en formar su identidad homosexual,
aunque son pocos los que desean admitirlo.
¿Qué Dice la Biblia?
La Biblia claramente dice en cinco
diferentes lugares que la homosexualidad es pecado: Levíticos 18:22,
20:13, Romanos 1:26-27, I Corintios 6:9-10 y I Timoteo 1:9-10. A pesar
que la posición de las Escrituras sobre la conducta homosexual es muy
clara, algunas personas se preguntan: " ¿también dice la Biblia que los
sentimientos homosexuales son incorrectos?". Después de una larga
exposición sobre la homosexualidad, Romanos 1 termina con este
versículo: "Que habiendo comprendido el juicio de Dios, que los que
hacen tales cosas son dignos de muerte, no sólo lo hacen, más aún,
consienten a los que las hacen". Es evidente aquí que aun el aprobar el
estilo de vida homosexual es pecado. Colosenses 3:5 dice: "Amortiguad,
pues vuestros miembros que están sobre la tierra; fornicación,
inmundicia, malicia, mala concupiscencia y avaricia, que es idolatría".
De acuerdo a la Palabra de Dios, la lujuria sexual y la fantasía
homosexual y heterosexual son pecado. Por el contrario, I Corintios
10:13 nos asegura que la tentación no es pecado: "No os ha tomado
tentación, sino humana; más fiel es Dios que no os dejará ser tentados
más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la
tentación la salida para que podáis aguantar". Existe una diferencia
entre sentirse atraído hacia los actos homosexuales o fantasía, y
escoger rendirse ante esa atracción. Esta es la diferencia entre la
tentación y el pecado. No podemos controlar por completo lo que nos
sirve de tentación, pero sí está en nuestro poder decidir seguir esta
tentación. Este poder de decisión se fortalece por el Espíritu Santo
quien vive en nosotros.
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